Santiago del Cile 17/03/2008

Brindis del Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, en ocasión de la cena de Estado ofrecida por la Presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet


BRINDIS
DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ITALIANA,
GIORGIO NAPOLITANO,
EN OCASIÓN DE LA CENA DE ESTADO
OFRECIDA POR LA
PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA DE CHILE,
MICHELLE BACHELET

(Santiago, 17 de marzo de 2008)

Señora Presidenta:
Para mí y para mi esposa es motivo de gran satisfacción estar hoy en Santiago de Chile, tras recibir su amable invitación durante su reciente y gratísima Visita de Estado a Roma.
Los acontecimientos históricos que experimentó Chile durante la segunda mitad del siglo pasado - de los que usted misma, señora Presidenta, fue personalmente protagonista - han adquirido un valor ejemplar para todos nosotros. Italia había seguido con atención y participación las vicisitudes de la democracia chilena y las instancias de progreso social de las que quiso ser intérprete; junto con todo el mundo, se estremeció ante la despiadada represión que abrió camino a una larga y dolorosa dictadura; se regocijó por el retorno de Chile en seno a la familia de las naciones democráticas y por sus éxitos en campo económico, político, cultural y social.
Deseo decir que la manera en que se movilizó mi país apoyando la causa de la libertad y de los derechos humanos en Chile y acogiendo a los exiliados chilenos, representa una de las mejores páginas en la historia de la República italiana, por la capacidad demostrada por todas nuestras fuerzas políticas de tradición antifascista y comunes sentimientos constitucionales - fuerzas tanto de gobierno como de la oposición - de unirse en un mismo ímpetu, en una acción de solidaridad múltiple y compartida.
Hoy Chile representa, tanto en América Latina como en el más amplio contexto internacional, un punto de referencia importante. La manera ejemplar con que afrontó y resolvió la delicada transición hacia una democracia consolidada y estable; los excelentes resultados logrados en campo económico, que permiten hablar de una singular historia de éxito; el compromiso internacional a favor de la paz y los derechos humanos; todos estos elementos contribuyen a hacer de Chile un protagonista de gran importancia en la escena mundial.
Mi presencia en Chile quiere confirmar la histórica relación de amistad y los estrechos lazos que existen entre nuestros dos países.
Chile e Italia comparten la misma visión de las relaciones internacionales, que reúne el compromiso por la paz y la disponibilidad al diálogo con la imprescindible defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos. Ambos nuestros países se han empeñado activamente en delicadas misiones de paz conducidas bajo la égida de las Naciones Unidas, y se han encontrado uno al lado del otro en la reciente campaña a favor de la moratoria internacional de la pena de muerte, en seno a la Asamblea General de la ONU; se trata de una batalla de civilización, que para mi país tuvo una importancia absolutamente prioritaria. Un fecundo diálogo político, a los más elevados niveles, acompaña nuestras relaciones económicas, intensas y susceptibles de mayor expansión, gracias también a la complementariedad de nuestros sistemas productivos. La antigua y constante afinidad cultural, amén de la fructuosa colaboración en campo científico, completan un cuadro de absoluta excelencia.
Además, Chile acoge a una colectividad italiana cuyos orígenes se remontan a los albores de la presencia europea en la región. Giovanni Battista Pastene, almirante genovés, junto con sus marineros lígures acompañó desde el mar la conquista de Chile que Pedro de Valdivia efectuara por tierra. Muchos de estos hombres - y entre ellos el mismo Pastene, a quien se atribuye la fundación de Valparaíso - se establecieron en Chile, inaugurando así la presencia italiana en el país. La colectividad de origen italiano desempeñó un papel eminente en la historia y en el progreso económico y social de Chile; hoy, se encuentra perfectamente integrada en el mundo político, económico y cultural chileno, donde ocupa posiciones de especial prestigio, contribuyendo de forma importante en el fortalecimiento de las relaciones entre nuestros dos países.
Desde siempre, Italia mira con atención particular a América Latina, una región a la que está vinculada por lazos históricos, humanos y culturales especiales. Giuseppe Garibaldi - héroe de dos mundos - luchó por largo tiempo en América del Sur por la independencia de los pueblos de la región, dejando profundas huellas también en Chile, y en particular en la ciudad de Valparaíso. Las ideas de Giuseppe Mazzini - apóstol de la unidad de Italia - tuvieron amplia difusión en esta región. Los flujos migratorios, que llevaron hasta América Latina a millones de compatriotas míos en busca de un futuro mejor, dieron vida a vínculos humanos imborrables. Una larga tradición de relaciones políticas y económicas consolidó, a lo largo de los años, el vínculo entre nuestros dos países. Las afinidades culturales, que hunden sus raíces en el común origen latino, contribuyen a acercar aún más a nuestros dos pueblos.
En estos últimos años, Italia renovó su compromiso para con América Latina. Prueba de ello fue la IIIa Conferencia Nacional sobre América Latina y el Caribe, celebrada en Roma en octubre del año pasado - y en la que usted, señora Presidenta, quiso contribuir personalmente, y por ello le agradezco - y la participación de Italia en la Cumbre iberoamericana, celebrada aquí en Santiago el pasado noviembre.
La región sudamericana entera está experimentando hoy una fase de desarrollo general e intenso crecimiento económico: el problema más arduo al que dar respuestas eficaces es lograr que cada país, y toda el área de la que forma parte, compartan los impulsos y frutos del proceso de globalización y, al mismo tiempo, consigan limitar y reducir las desigualdades, antiguas y nuevas, así como las fuertes disparidades sociales. Al respecto - siempre teniendo en cuenta las peculiaridades y dinámicas propias de cada país de la región sudamericana, y de Chile en particular - reviste importancia fundamental el compromiso ya en marcha hacia la máxima coordinación y sinergia de los esfuerzos a nivel regional. Hago votos para que la experiencia del camino recorrido por la Unión Europea pueda representar un aliciente para el progreso de la integración en esta región, también con vistas a una colaboración más intensa entre ella y la Unión Europea.
Con este espíritu, junto con la certeza de que Chile e Italia podrán ofrecer, hoy y en el futuro, un aporte importante para el desarrollo de las relaciones entre Europa y América Latina, brindo - agradeciéndole de todo corazón por la tan amistosa acogida que ha querido reservarnos - por el bienestar personal suyo y de su familia, por la prosperidad de Chile y por la amistad entre nuestros dos pueblos.